Sarabia
(2006) realiza un análisis de las nuevas tendencias en los estilos de liderazgo
que han surgido como respuesta para adaptarse al entorno actual, y podemos
concentrarlas en tres grandes grupos para facilitar su comprensión:
a)
El Líder desde su individualidad
Para
Sarabia (2006), se insiste en un estilo de liderazgo basado ante todo en la
autoridad moral, induciendo a dar mayor reconocimiento a la dignidad personal profesional
de los colaboradores, a lo que se le conoce como: liderazgo personal, una idea
de liderazgo basaba en la centralidad de la persona. La forma de influencia
personal sobre el desempeño de los colaboradores está muy afín con los cambios
culturales acontecidos en los últimos tiempos, lo que muestra una sintonización
entre el liderazgo personal-emocional y el empowerment
movement.
La parte esencial del desarrollo de la empresa está en los valores; donde
los líderes deben ser líderes-servidores, con capacidad de centrar su atención
en los sentimientos de los demás, hiendo más allá del pensamiento racional. En
el nuevo estilo de liderazgo empresarial los lugares de trabajo se caracterizan
por el amor y la verdad. Vivir asumiendo valores fundamentales (dominio,
entrega y química) es la mejor forma de obtener increíbles resultados de las personas,
lo que redundará en favor de las organizaciones.
b)
El Líder como capacitador.
Siguiendo
a Sarabia (2006), el nuevo líder debe ser consciente de su papel de Mentor,
como entrenador de todos los miembros de su equipo para que puedan valerse por
sí solos. Este otro estilo evidencia un modelo de comportamiento, una guía
encargada de interpretar las necesidades de los mercados para orientar su
camino, el de su equipo y empresa. Hay que estar claro que no todos los
mentores son líderes, pero si todos los líderes deben ser mentores. Los
mentores son aquellas personas que comparten la paternidad de los problemas,
pero permiten a los demás controlar la situación, ellos hacen del entorno
laboral un lugar de encuentro.
Una
de las principales habilidades del mentor es saber escuchar activamente y
fomentar la comunicación; siempre debe buscar las ocasiones perfectas para
entrenar. El mentor busca conseguir que poco a poco, el subordinado emprenda su
camino, hasta que en el momento adecuado, abandone la seguridad del mentorazgo.
Para eso, ambos deben estar preparados, de manera que puedan variar su
relación: de una relación vertical a una horizontal, de esta manera se
establecerá una red de conexiones profesionales dentro de la propia
empresa.
Otra
modalidad del liderazgo que ha crecido en popularidad es el Coaching para
ejecutivos, también llamado “la cultura del entrenamiento”. Coaching,
no es más que el arte de trabajar con los demás para que ellos obtengan
resultados fuera de lo común y mejoren su desempeño. Esto implica que un buen
coach debe saber escuchar, debe tener habilidad para preguntar, capacidad de
análisis, debe saber estructurar un buen plan (y seguirlo) y debe tener la
capacidad de conectar al individuo a un diálogo constante que redunde en su desarrollo.
El
Coaching se ha transformado en una necesidad estratégica para compañías
comprometidas a producir resultados sin precedentes. La iniciativa de emprender
un coaching la toma la dirección de la empresa, quien además decide sobre quién
se va a llevar a cabo el tratamiento. El proceso, sin embargo, no se puede
imponer (Sarabia, 2006).
En definitiva, quien
entiende al coaching como una “herramienta”, indirectamente elimina la esencia
del coaching y el potencial del mismo de cara al trabajo con las personas. El
coaching tanto en la empresa como en el desempeño con individuos y/o grupos de
personas, es un PROCESO. Y debe entenderse como tal, antes de ser aplicado y
puesto en marcha en cualquier compañía, de lo contrario el fracaso resultaría
evidente.
c)
El Líder y los equipos de trabajo.
Peter
Senge, otro gran investigador, en muchas de sus reflexiones ha diseñado el
concepto de “Ecología de liderazgo”, que no es más que personas diversas, que
trabajan en colaboración al servicio de algo que les importa, creándose las
comunidades de liderazgo. Esta percepción saca a la luz la presencia, en una
organización, de muchos líderes importantes que no forman parte de la alta
dirección, llamados trabajadores de “red interna” pues ayudan a propagar las
nuevas ideas.
Como
usualmente oímos, la propiedad intelectual más importante en la era de la
información son las personas, por ende se hace imprescindible aprovechar sus
capacidades, lo que se puede lograr a través de esparcir el poder y la
responsabilidad en un mundo de co-líderes que hagan el verdadero trabajo. De
esta forma comprobamos que, en la actualidad, el trabajo más gratificante es el
que se lleva a cabo en equipo para lograr un objetivo común; por eso el co-liderazgo se revierte en una
necesidad para estos entornos. Los verdaderos co-líderes no necesitan estar en
la cima de la organización para encontrar la satisfacción, pues saben hacer
distinción entre fama y éxito, buscando desarrollar más la última, lo que
implica el deseo de alcanzar los objetivos comunes.
*Es clara la
importancia que tiene el subordinado en las nuevas organizaciones, desde la
persona individual hasta los equipos de trabajo. Estos últimos son cada vez más
esenciales para el éxito de la empresa, el cual depende de todo el equipo
directivo, ya que tiene un alcance más amplio del que puede lograr el líder por
sí solo. De modo general, se ha analizado las principales teorías y
estilos sobre liderazgo surgidas como respuesta a los cambios en el entorno,
partiendo inicialmente de las primeras teorías. De esto, se puede inferir que
en la era del conocimiento el jefe no es el que más sabe; pero sí posee las
claves de la sinergia organizacional. Debe quedar claro que estos estilos de
liderazgo no son antagónicos, sino, por el contrario, su complemento enriquece
la dirección.
Citas:
Sarabia,
A. y Cols. (2006). El liderazgo en la organización. Tesis. México: Universidad
Autónoma Metropolitana.
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