martes, 11 de octubre de 2011

La Evaluación pedagógica e Institucional

Para empezar, existen dos tipos de evaluación que se realiza en una Institución educativa. Una Pedagógica, y otra Institucional. La primera se dirige específicamente a los alumnos y la realiza el docente. La segunda, como parte de la gestión educativa, toma en cuenta a parte de otras variables, los “perfiles” tanto de los educandos como de los docentes.

1-    Veamos lo que implica la evaluación pedagógica. Aquí, lo más importante de evaluar en los educandos, son el “bagaje de conocimientos” que trae consigo el alumno al aula, y que hoy en día se conoce como “saberes previos”. Esto es fundamental, porque a partir de allí, los docentes realizan su programación curricular entre otras cosas. Con estos saberes, además, se busca que el alumno adquiera lo que conocemos en el enfoque constructivista como “aprendizaje significativo”. Pues bien, el docente, en forma general, a lo largo del período lectivo (un año) debe evaluar ciertos indicadores que le permitirá saber si se dio o no un aprendizaje significativo. Estos indicadores que señalo a continuación son válidos para todas las áreas y todos los niveles, pues indicadores específicos lo señala el mismo DCN y el propio docente de acuerdo al área curricular. Yo tomo en cuenta los siguientes indicadores:


  1. Si usa la información para la solución de tareas-problema. Por ejemplo, se da cuenta que el aprendizaje de las operaciones de aritmética le permitirá que no les engañen cuando le tienen que dar el vuelto al efectuar una compra.
  2. Si el alumno conecta el conocimiento presentado con sus conocimientos previos, ya incluidos en su propia estructura cognitiva. (esto es importante evaluar, porque de no ser así, el docente sólo estaría incentivando un tipo de aprendizaje memorístico o a corto plazo, que lo olvidará después del examen por citar un ejemplo).
  3. Si existe una actitud favorable del alumno, porque no basta que el alumno quiera aprender, sino que “pueda aprender”. Este es un componente fundamental pues contiene disposiciones emocionales y actitudinales en el que el maestro debe monitorear para lograr los objetivos trazados.
  4. Si el alumno aplica el aprendizaje adquirido a nuevas situaciones, reflexionando, y empleando estrategias tales como mapas conceptuales y redes semánticas (pues éstas últimas le permiten realizar las llamadas “conductas metacognitivas”. Recordemos que al realizar  “metacognición”, el alumno reflexiona sobre cómo va realizando la tarea.
        A título personal, considero que todos estos indicadores y componentes son los pilares que todo docente al margen de su especialidad y área curricular, debe evaluar en sus alumnos, sean del nivel que fuere. Eso tiene más valor que solo limitarse a evaluar los contenidos, que si bien es cierto son importantes que se conozcan porque son la base para que el alumno procese y aplique posteriormente dicha información, pero que sin embargo, no es lo único.

Lamentablemente, muchos docentes aún desconocen la importancia que tiene estos indicadores a ser evaluados, lo cual explica el por qué existen tantos desaprobados en un área curricular. Muchos docentes creen que desaprobándolos están siendo “justos” con el proceso de aprendizaje de los alumnos, y no se dan cuenta que no es cuestión de justicia. Desde ya, nos damos cuenta que este es un indicador a evaluar en el docente, pues “maestro que es un experto jalador” es un mal profesor. Este es un indicador que nos dice que el docente sólo se está limitando a los contenidos sin tener en cuenta los avances y ciclos de aprendizaje de sus alumnos.

Por ello, en la evaluación institucional, se toma en cuenta el perfil del docente, donde la supervisión educativa y el directivo en consenso con los docentes monitorean su desenvolvimiento.

        En tal sentido, los indicadores básicos a evaluar en los docentes  los siguientes:
  1. Capacidad de programar el currículo de acuerdo a las necesidades del grupo de alumnos y la propuesta del I.E.
  2. Capacidad de conducir el aprendizaje de los alumnos a partir de la creación de situaciones realmente motivadoras.
  3. Capacidad de saber qué y cómo están aprendiendo los alumnos para retroalimentar sus aprendizajes y enriquecer su programación. Para muchos, solo les importa avanzar y avanzar los contenidos al margen del proceso de aprendizaje de los alumnos.
  4. Capacidad de trabajar en equipo con sus colegas, preocupándose por su perfeccionamiento profesional y personal. Aquí se ve por ejemplo, si suele asistir a capacitaciones en forma voluntaria o sólo cuando se le envía a nivel del centro educativo.
  5. El compromiso e identificación con el proyecto de la escuela. Si conoce y practica los valores y participa activamente en las metas y objetivos del centro educativo.
  6. Capacidad para crear de un clima fraterno y el cultivo de relaciones humanas armoniosas con todos los agentes de la comunidad educativa. Aquí se ve su nivel de tolerancia, si es conflictivo y en qué situaciones lo es,  etc.
  7. Capacidad para proponer alternativas que posibiliten la apertura y proyección a la comunidad a la que pertenece la escuela. Por ejemplo, si propone proyectos de innovación.
  8. La práctica de registrar y organizar información importante respecto a su experiencia para compartirla con sus colegas. Algunos no comparten lo que saben con aquellos que tienen dificultades para realizar su trabajo, por ejemplo, sus sesiones de aprendizaje.
  9. Si es proactivo. Por ejemplo, si no espera a que el padre de familia vaya al centro educativo, sino, que el acerque al domicilio del alumno y pueda exponer la problemática del educando a sus padres.
  10. Capacidad para saber escuchar como también  dialogar y proponer soluciones.
  11. Capacidad para adecuarse a los cambios y nuevos enfoques.
  12. Capacidad para adaptarse al contexto y realidad a la cual pertenece el centro educativo donde va a laborar. (Algunos no les gusta trabajar en zonas rurales o empobrecidas, o con alumnos que son de bajas condiciones económicas, o incluso, se fastidian cuando el centro educativo carece de recursos o materiales educativos, cuando es él quien tiene que crear muchas veces sus propios materiales.
  13. Capacidad para aceptar sus errores y buscar la forma de corregirlos.
Pues bien, es claro que existen indicadores acordes a la realidad de cada institución educativa y sus recursos humanos, y que deben ser tomados en cuenta de manera complementaria a los expuestos aquí.

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